Crecer sin agua

 El terreno aunque pequeño se ...
encontraba en un paraje hostil y duro, pero con unas vistas preciosas de montaña que transmitían buenas sensaciones.
Apenas contaba con unos almendros, dos pinos y algún que otro acebuche. En el suelo había más piedra que tierra y ésta era una tierra del tipo caliza. Aún así, cuando vinimos a vivir a este lugar trajimos con nosotros memorias de jardines, plantas e ideas de paisajes que habíamos visto en otros sitios.



En nuestras mentes habían muchos arboles, sobre todo caducos y frutales. También muchas flores, como el jazmín invadiendo el aire con su exquisito perfume. A todo esto, nuestro suministro de agua era un aljibe.
 Persiguiendo nuestro sueño trabajamos en ello llevando buena tierra, elaborando compost natural, etc... Cuando llegó el verano nos dimos cuenta que el sol ardiente quemaba nuestras plantas, y que no podíamos mantener ese gasto de agua. Incluso algunas plantas que subsistieron en verano no sobrevivían al invierno.

  Entonces despertamos a la realidad: ¿Qué plantas  tolerarían el calor y la sequía tan prolongada?  ¿Cómo elegirlas y cuidarlas? ¿Cómo ahorrar agua?.  Vimos que las duras condiciones ambientales  (viento, sequía prolongada y heladas en invierno),  hacían necesaria la aportación de nuevas soluciones  para el desarrollo de nuestras plantas. Y  descubrimos que la solución estaba a nuestro  alrededor. Empezamos a fijarnos en la vegetación  de la zona, es decir, en las plantas autóctonas  como romeros, tomillos, jaras, palmitos, brezo y otras más. Respecto a los arboles predominaban los pinos, madroños, almendros , olivos, sabinas y otros.

 De nuevo empezamos a crear nuestro jardín. Al principio hasta que las plantas enraizaran teníamos que regarlas un poco y es cierto que el crecimiento era lento, pero como todo proyecto viable, el jardín es un plan de futuro colmado de expectativas. Planificamos con detalle cada zona según las plantas y su necesidad de agua, pues esto ayuda a gestionar este preciado liquido de la mejor manera. A medida que iban adquiriendo porte conseguimos algo de sombra, con lo cual pudimos aumentar el número de especies, ya que al disponer de protección del sol fuimos creando un microclíma. Por otro lado, para proteger la tierra del viento colocamos encima de ella un manto de maderas y cortezas de árbol troceados que al mismo tiempo retiene más la humedad.

 Es un placer para los sentidos ver crecer los arboles, las flores abrirse, contemplar como la vida vegetal estalla y crece, se multiplica e inunda.
Hoy por hoy tenemos un "pequeño jardín" que prácticamente funciona solo. Ahora se le llama "Xero-jardín",que significa jardín- seco.
Creo que el jardín puede ser una terapia, un plan, un refugio y como no un lugar de calma..
 Hay un aforismo chino que recomienda hacerse jardinero para ser feliz.