Así son las abejas y por supuesto las nuestras, ...
con una vida perfectamente organizada. Además pone a nuestro alcance una actividad interesante y útil que no resulta tan complicada como se podría creer.
Observar y cuidar a estos insectos nos proporciona una buena oportunidad de ampliar nuestros conocimientos de la naturaleza.
El colmenar tiene que estar ubicado en un terreno sano orientado al sureste o sur. Por otro lado, debemos asegurarnos de que exista una buena vegetación melífera en el radio de 2-3 kms. y que haya en esa distancia algunos árboles proveedores de propóleos: álamos, castaños, sauces, pinos, etc...
En nuestras visitas al colmenar controlamos que queden al abrigo del viento colocando un seto de ramas o troncos, así como la protección a la exposición a pleno sol en verano. Igualmente les perjudica la humedad, por eso se colocan las colmenas sobre unos soportes.

El hombre ha convivido con las abejas desde la más remota antigüedad, e igual que la miel atrae a otros animales, la miel atrajo al hombre.
Nuestras abejas nos permiten practicar un estilo de vida autosuficiente a escala doméstica, con el fin de obtener miel y otros productos para el consumo familiar. Se trata de dedicar algún tiempo a una ocupación interesante y abastecerse de un producto de primera calidad. Por eso es mejor no dejarse cegar por la ilusión de cosechar mucha miel, si se hace a costa de dejarles poca para la invernada. En caso de necesidad, la alimentación de las abejas con miel es preferible a la artificial con azúcar. Hay que pensar que en primavera hay días fríos y pueden faltar las flores que les proporcionan el néctar.
Somos amantes de la vida natural y queremos hacer realidad nuestros sueños.